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Queridos salmantinos y salmantinas, visitantes de otros lugares que estáis hoy aquí en Salamanca.

Me siento muy honrada de estar hoy aquí delante de todos ustedes como pregonera de las Fiestas en honor de la Virgen de la Vega de la ciudad de Salamanca.

Quería agradecer, en primer lugar, a nuestro querido alcalde, Carlos García Carbayo, y toda su Corporación por haberme elegido para esta tarea no fácil y además en Salamanca, ciudad que me ha acogido como una más, porque aunque soy zamorana de nacimiento tengo mucho que agradecer a esta ciudad. Y haber sido elegida para este pregón es un fiel reflejo de lo que Salamanca ofrece a cualquiera que la visite e independientemente del motivo. Calor humano, acogida inigualable que hace que, como mencionó Miguel de Cervantes, enhechiza la voluntad de volver a ella a todos los que de la apacibilidad de su vivienda han gustado.

Hablar hoy aquí les aseguro que impone más que hablar en cualquier congreso de hematología, aunque he de reconocer que, por otro lado, es un orgullo estar en el balcón del Ayuntamiento de esta Plaza Mayor que no es cualquier Plaza Mayor, sino una o quizá la más hermosa que tenemos en nuestro país e incluso en el mundo.

Y la belleza de la ciudad, como bien saben, va mucho más allá de la Plaza Mayor. Ciudad llena de grandes tesoros arquitectónicos, con una piedra dorada en muchos edificios que le da un ambiente inigualable. Ciudad con una gastronomía exquisita y un campo charro que la hacen única.

Pero Salamanca también es cuna del conocimiento, es una ciudad con el saber dentro. Este pregón supone para mí una gran responsabilidad y yo me preguntaba cuando estaba preparándolo: qué represento yo aquí en este pregón en honor de la Virgen de la Vega de Salamanca.

Alfonso IX de León fue un hombre ilustrado, adelantado a su tiempo y visionario, que quiso tener estudios superiores en su Reino y por ello creó en 1218 las Escolas Salmanticae, germen de la actual Universidad de Salamanca, que ya tiene más de ochocientos años de historia.

Para ello cogió lo mejor que había visto en otras universidades, como las de París y Bolonia, que sirvieron de cimiento para una nueva cultura, y creó escuela. Lo que significa que todas las universidades americana y de todos los países y que se formaron a continuación mantuvieron como su alma mater.

El prestigio de Salamanca atrae hacia sí una confluencia de estudiantes de todo el ámbito peninsular, insular e incluso europeos y americanos. Y salvando las distancias y desde la más profunda humildad, lo que represento hoy aquí, que es la excelencia en hematología en esta ciudad, tiene, permítanme, una cierta similitud con la historia de la ciudad de Salamanca.

La historia del Servicio de Hematología no se entendería sin la participación de personajes ilustres de la medicina salmantina, que partiendo de la medicina interna, y siendo visionarios, formaron el Servicio de Hematología y crearon escuela.

Un equipo de Hematología que ha ido evolucionando a lo largo de los años y de generación en generación, pero sin perder su esencia. Investigación, docencia y asistencia juntas para colocar siempre al paciente en el centro y ofrecerle lo mejor. Y al igual que ocurrió con la Universidad, de la escuela hematológica salmantina han salido ya más de 120 especialistas que ejercen su función de forma destacada en nuestro país y llevando también a Salamanca como alma mater.

Me incorporé al Servicio de Hematología del Hospital Clínico Universitario de esta ciudad en enero del año 1994 como residente de Hematología y Hemoterapia. No puedo decir que fuera fácil la especialidad aquí, un servicio competitivo y de mucha exigencia, donde ya desde el principio compatibilizabas la asistencia a pacientes con la docencia a estudiantes y con la investigación.

No sabíamos nada de hematología pero todos teníamos un tema de tesis doctoral. Cuando acabé la especialidad y leí mi tesis doctoral, la situación laboral en Hematología no era buena, yo tampoco era la mejor, y tuve que empezar trabajando con un contrato muy precario para iniciar algo que se vislumbraba como prometedor, que eran los ensayos clínicos.

Al principio créanme que hice de todo y lo que comenzó como lo peor que te podía pasar, recién acabada la especialidad y doctora en Medicina, se convirtió con mucho esfuerzo, humildad, colaboración y deseo de hacer bien las cosas en la gran oportunidad.

Y el resultado final es una Unidad de Ensayos Clínicos envidiable, donde trabajamos más de veinte personas, incluyendo médicos, enfermeras, auxiliares, coordinadoras de ensayos, y que la ofrecemos a los pacientes de Salamanca, de Castilla y León, de España e incluso a pacientes de fuera para tratarlos con la innovación en mayúsculas. En todas las enfermedades hematológicas, y por lo que a mí refiere, especialmente en mieloma, que es la enfermedad en la que me he especializado.

Créanme que es algo apasionante regalar cantidad y calidad de vida a los pacientes. Nada hubiera sido posible sin el Servicio de Hematología, de la Dirección del Hospital, del Instituto Biosanitario de Salamanca, de la Universidad, del Centro del Cáncer, de la Gerencia Regional de Salud, pero no puedo no mencionar a mi familia, mi marido Rafa, mis hijos Rafa, Marta y Juan, sin cuyo apoyo incondicional para dedicarme a mi trabajo nada habría sido posible.

Estos son probablemente los motivos por los que estoy hoy con todos ustedes, y perdónenme si esperaban algo más divertido. Solo quiero expresar algo que probablemente gente del público me haya oído en otras ocasiones: esfuerzo, colaboración y estar en un ambiente adecuado son las claves del éxito e invito a todos los que estáis aquí hoy a buscar la excelencia en todo lo que os propongáis en vuestra vida. El camino no es siempre sencillo, pero quien mantiene la ilusión y el esfuerzo lo consigue.

La excelencia, créanme, no entiende de género. Hoy se inician las fiestas en honor de la Virgen de la Vega en esta maravillosa ciudad. Y os invito también a disfrutar al máximo con excelencia, poner el máximo esfuerzo en divertiros en todos los actos que se han organizado pero no olvidéis que también somos guardianes de un patrimonio que trasciende el tiempo y somos responsables de preservar y enriquecer la herencia que se nos ha confiado.

Por lo que disfrutad de las fiestas en mayúsculas y buscando la excelencia pero con responsabilidad.

Que este pregón sirva también como recordatorio de nuestra responsabilidad de cuidar y engrandecer esta ciudad. De proteger su esencia y de labrar un futuro lleno de logros para todos.
Sigamos inspirados por la grandeza de Salamanca y trabajemos juntos para asegurar que las generaciones venideras permanezcan aquí. Y al mismo tiempo sigamos atrayendo talento para que Salamanca siga creando escuela en cuanto a cualquiera de las actividades que desarrolle.

Nosotros seguiremos luchando por nuestros pacientes que vienen aquí con esperanza y confianza en nosotros para curarlos si es posible y si no ofrecerles la mejor vida posible tanto en cantidad como en calidad. Esa es nuestra responsabilidad y con esfuerzo y colaboración en esta hermosa ciudad lo conseguiremos.

¡Viva Salamanca! ¡Viva su historia! ¡Viva su futuro prometedor!
Muchas gracias a todos por ser parte de esta celebración inolvidable.

Y ahora tenéis que colaborar y repetir conmigo:
¡Viva Salamanca!
¡Viva la Virgen de la Vega!

Y Felices Fiestas para todos.

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