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Alcalde, vicepresidente del Congreso de los Diputados, presidente de la Diputación, Rector Magnífico de la Universidad de Salamanca, Embajador, Autoridades, Alumni, salmantinos, ya seáis de origen, adopción o corazón, señoras y señores, amigas y amigos.

 

Es un auténtico honor para mí, en nombre de los más de cincuenta mil socios actuales de Alumni-Asociación de Antiguos Alumnos de la Universidad de Salamanca, recoger esta medalla de oro de la Ciudad de Salamanca, que el Ayuntamiento nos entrega en el día de hoy. Este entrañable y valiosísimo reconocimiento nos honra y emociona a todos los que, en algún momento de nuestras vidas, habitamos en esta ciudad, siendo salmantinos, los menos, o provenientes de otras tierras de España y allende nuestras fronteras, los más, y fortalece nuestra comunión universal con nuestra Alma Mater y la ciudad que la acoge.

 

Aunque su origen se remonta a 1954, formalmente la asociación de Antiguos alumnos de la USAL acaba de cumplir sus primeros 60 años de historia. Siendo la asociación universitaria de antiguos alumnos más antigua de España, apenas somos unos adolescentes en comparación con los más de ocho siglos de nuestra universidad, una de las más antiguas de Europa y, sin duda, una de las más prestigiosas del mundo.

 

Entre los principales objetivos que nos rigen como institución vinculada a la USAL figura uno que es muy importante en relación con el honor que hoy recibimos: los antiguos alumnos nos comprometemos a promover la Universidad y la ciudad de Salamanca en el mundo. Por tanto, nos sentimos enormemente agradecidos al Excelentísimo Ayuntamiento de nuestra ciudad, por la distinción que nos realiza concediéndonos la medalla de oro de Salamanca.

 

Muchas gracias, Sr. Alcalde, gracias a toda la corporación municipal por hacerlo posible, muchas gracias a todos los salmantinos, y eternamente agradecidos también a nuestra Universidad, que primero nos formó, y después nos ha seguido acogiendo, fortaleciendo nuestra vinculación con la ciudad.

 

Con cada uno de nosotros, la ciudad de Salamanca está presente cada día en múltiples lugares del mundo allá donde vivimos y trabajamos pero además, fortalecida en los diferentes capítulos en los que estamos organizados como Argentina, Bruselas, Chile, Costa Rica, República Dominicana, Madrid, México, Panamá, Paraguay, Puerto Rico y Uruguay. Los antiguos alumnos somos embajadores de la universidad y hacemos apostolado permanente de Salamanca y de su ciudad, cumpliendo así con nuestro compromiso estatutario.

 

La simbiosis e imbricación entre ciudad y universidad en Salamanca, alcanza unas cotas difícilmente identificables en apenas unas pocas de las más de veinte mil universidades que hay hoy día en el mundo.

 

Nuestra historia como ciudad y universidad es indisoluble. Una vez asentados sus definitivos repobladores a finales del siglo XI, vinieron en apenas unas décadas, los fueros, la sede episcopal y su universidad, sus primeros Estudios Generales, ya en los albores del siglo XII. Y desde entonces, la convivencia entre sus ciudadanos y sus estudiantes ha sido determinante a lo largo de los últimos ochocientos años para la construcción de la ciudad que hoy conocemos. No se entendería esta ciudad sin su universidad y, juntas, la una engrandece a la otra.

 

Tengo el enorme privilegio de ser presidente de la Asociación y de su Consejo Asesor, del que, por cierto, de este último, son ya parte un amplio elenco de grandísimos profesionales y líderes sociales de variadas disciplinas, los cuales en su mayor parte se formaron en sus aulas. Y quienes, en cierta manera, también han caracterizado sus vidas por su amor a Salamanca. Pero no solo ellos, todos los que de jóvenes tuvimos la suerte de disfrutar esta ciudad siendo estudiantes, volvemos a disfrutarla una y otra vez más, volviendo a Salamanca, a pasear por sus calles y plazas y a disfrutar de su ambiente. La oportunidad de pasar por esta ciudad para educarse en sus aulas proporciona, además de una siempre estimadísima y apreciada titulación, una amplia mochila que nunca nos ha abandonado, repleta de valores aprendidos, basadas en el humanismo, en la sensación permanente de libertad y con el estímulo permanente de estar abiertos a experiencias nuevas gracias a la convivencia multicultural tan extraordinaria que se da de manera permanente en todos los rincones de esta ciudad, sean de estudio, de descanso o de ocio.

 

Pero si bien es cierto que Salamanca no sería la que es sin su Universidad. Debo también sostener que esto es posible gracias a sus gentes. Los salmantinos, recios y estoicos por las condiciones propias de una tierra austera y fría, han acogido desde siempre cálidamente a los que por aquí hemos tenido la suerte de pasar, a lo largo de tantos siglos. El carácter de los de esta tierra nos ha acompañado a todos también, y la impronta que llevamos en nuestra vida, en nuestras familias y en nuestro desarrollo humano y laboral está marcada por la huella que nos han dejado siempre los salmantinos. Pero de seguro también, los que vivís en esta amable ciudad habéis ido conformando vuestra forma de ser y vuestra manera de ver la vida, gracias a la convivencia también generada con gentes venidas de todos los confines del mundo, con creencias, ideas, razas y lenguas tan diferentes que os han ayudado a generar ese equilibrio tan perceptible, y tan valorado por los de fuera, que configura la manera de ser salmantina, única y reconocible. Vuestra hospitalidad, seriedad y paciencia se ve tensionada cada día por el espíritu libre y jaranero de los que hemos venido por aquí a estudiar y a disfrutar Salamanca en el mejor momento de nuestras vidas.

 

Quiero también recordar algunas personas clave en la historia de Alumni, al menos ya en la época más reciente. La Asociación comienza a transformarse en lo que es hoy día en los primeros años del presente siglo, con la elección como presidenta de nuestra querida Angelita Calvo, hoy presidenta de honor, y también en la fructífera etapa presidencial de nuestro compañero Enrique Cabero. Y fue en la etapa del Rector Hernández Ruipérez, quien tuvo la visión de la necesidad de transformar la organización, y posteriormente ya en la del actual Rector Ricardo Rivero, cuando un grupo de profesionales, tanto del mundo privado como del servicio público y de la propia universidad, encabezados primero por Alberto Alonso, seguidos después por José Luis Fuentecilla y últimamente por Raquel Flórez, quienes, apoyados por un pequeño, pero eficaz, equipo de gestores, con Ángel Hernández al frente, quien con Rosa y demás miembros del equipo, han construido esta enorme realidad que es hoy Alumni de la USAL.

 

Querido Alcalde, concejales, amigos y amigas, hoy somos todos mucho más felices, os lo aseguro en nombre de todos los antiguos estudiantes de nuestra vieja universidad. En el nombre de todos os transmito el halago y conforto que sentimos al ver cómo Alumni queda para siempre inscrita en la historia de oro de la ciudad de Salamanca.

 

Hoy la Asociación es una esplendorosa realidad siendo la mayor asociación civil de Salamanca y una de las mayores de Castilla y León. Esto también nos obliga a ejercer con responsabilidad nuestro papel social. En el mundo actual, cada vez más polarizado, asociaciones como la nuestra, compuesta en sus bases con personas muy diversas de todo el mundo, con diferentes ideologías y orígenes, debemos ser referente de convivencia y lugares de encuentro donde quepan todos, para que nuestras sociedades evolucionen desde la justicia, la libertad, la paz y el respeto por el prójimo.

 

Alumni ha permitido estrechar aún más el vínculo de la ciudad con la Universidad y seguirán haciéndolo. Estamos contribuyendo humildemente a fortalecer Salamanca, dando a conocer, a través de los muchos embajadores que somos sus Alumni, su influencia en el mundo presente y a lo largo de la historia, cosa que por otro lado no era difícil por los grandes méritos que atesora esta ciudad, su universidad y su entorno. Y estamos ahora tratando de dar un paso más, desarrollando el vínculo del mundo empresarial local, fundamentalmente de las provincias castellanoleonesas adscritas a la Universidad, Ávila, Zamora y Salamanca, para que las empresas puedan conocer mejor su universidad y puedan colaborar más directamente en la formación práctica y empleabilidad de nuestros jóvenes y que gran parte del valor económico y social que genera la universidad, desarrollando el talento de sus jóvenes, pueda ser aprovechado también mejor por los creadores de riqueza material, los empresarios de nuestra tierra.

 

No me extiendo más, mis felicitaciones a Pedro Gutiérrez Moya, el “Niño de la Capea”, con quien Alumni comparte hoy el honor de recibir este reconocimiento. Muchas gracias al Excelentísimo Ayuntamiento y su Alcalde, Carlos García Carbayo, por concedérnoslo; sin duda esta medalla formará parte de lo más preciado de esta Asociación. Los alumnos y sobre todo los Alumni de la USAL hoy nos sentimos aún más comprometidos si cabe con la ciudad de Salamanca y sus gentes y en nombre de los asociados, ratifico que esta medalla nos impulsará a seguir siendo abanderados de esta ciudad por el mundo, de su universidad y de los valores firmes y profundos que ambas comparten y representan. Gracias a nuestro Rector Ricardo Rivero y a su equipo por su apoyo incondicional. Agradecidos a los miembros del Consejo Asesor por ceder generosamente su tiempo y talento. Gracias también a todas las juntas directivas, a la presente y a las pasadas, por haber mantenido la llama viva. Y gracias a todos los que nos han venido apoyando en estos años, mecenas, mentores, representantes de los doce capítulos de Alumni, voluntarios, patrocinadores y colaboradores, sin olvidarnos del equipo de Quod Natura, liderado por Sergio Martín.

 

Y acabo con esas hermosas palabras de Don Miguel que penetran hasta el fondo de nuestro ser, cuando recordamos esta extraordinaria ciudad de Salamanca.

 

Del corazón en las honduras guardo tu alma robusta; cuando yo me muera guarda, dorada Salamanca mía,

tú mi recuerdo.

 

Y cuando el sol al acostarse encienda el oro secular que te recama,

con tu lenguaje, de lo eterno heraldo, di tú que he sido.

 

Muchas gracias.

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