El Museo del Comercio obsequia a sus visitantes con una cuaresmera
El Museo del Comercio regala a los visitantes que se acerquen hasta sus salas, durante esta semana, el dibujo recortable de una cuaresmera, representación simbólica que se colgaba en los comercios y en las casas para contabilizar el paso de las siete semanas del periodo cuaresmal.
Pensado para los más pequeños, los niños podrán recortar cada domingo una pierna a la anciana que aparece en este singular calendario, durante las siete semanas que dura.
La Cuaresma -período de cuarenta días, de ayuno y abstinencia de carne, que precede a la Pascua y que comienza el Miércoles de Ceniza- ya aparece documentada en la literatura francesa del siglo XIII y en Castilla en el siglo XIV por el Arcipreste de Hita en El Libro del Buen Amor. En el siglo XVII la representación popular de la Cuaresma, se generaliza en Centro Europa, en forma de calendario cuaresmal, que representa las siete semanas de Cuaresma.
En España ese calendario es conocido como La Cuaresmera del que existen múltiples representaciones. Se personifica en la figura de una anciana, realizada en madera o cartón, que muestra los alimentos propios del tiempo de Cuaresma, verduras y pescado. Tiene siete piernas que representan las siete semanas cuaresmales, símbolo de los días de ayuno del Señor en el desierto. Existen multitud de representaciones de ella.
La Cuaresmera se solía colgar en una ventana de la casa, el Miércoles de Ceniza y cada domingo de Cuaresma se le arrancaba una pierna. El Domingo de Pascua de Resurrección se serraba o quemaba con la última pierna que le quedaba y se celebraba ese día de júbilo con una suculenta comida en la que de nuevo hacía su presencia la carne en forma de cordero, embutidos u hornazo.
La Cuaresmera se exhibía además en los escaparates de los comercios y ultramarinos para anunciar la venta de bacalao en salazón, protagonista en el tiempo de vigilia cuaresmal, por ser el único que llegaba a Castilla -conservado en salazón- y que mostraba gran variedad en su preparación.
Existen múltiples referencias a La Cuaresmera en España, recogidas por varios autores, entre ellos Julio Caro Baroja que cita esta figura como popularísima en España y cuya quema la solían acompañar los mozalbetes con cánticos y ritos petitorios.
Y tan popular llegó a ser que hasta Pablo Picasso realizó un dibujo de ella, que tituló La Chumbera. Está fechado el 16 de febrero de 1963 y representa a Reme, apodada cariñosamente La Chumbera que era la niñera de la familia Dominguín-Bosé, fue subastado en el año 2008 alcanzando la cifra de 198.607 euros.
Este calendario de La Cuaresmera y la quema del mismo, lo señala en Salamanca, Enrique Esperabé en su libro Salamanca en la mano, en el año 1930.
Como movidos por un resorte, sin que nadie les diga nada ni les recuerde la fecha, los muchachos de Salamanca, el mismo día que media la Cuaresma, se lanzan a la calle y formando grupos, y provistos de garrotes y largos palos, entonan la popular canción:
A matar la vieja/ la tía pendeja
Fundamentalmente consistía en recorrer las casas de los vecinos entonando la coplilla y solicitando a cambio comida y golosinas para hacer una merienda. Generalmente, su solicitud era atendida, pero en caso contrario eran abucheados e incluso sus casas eran apedreadas y golpeadas. Solían acompañarse de un muñeco que representaba a la vieja que después era colgado, golpeado y quemado.
Costumbre que ha persistido en algunas familias salmantinas hasta la década de los años 90 del presente siglo, como recoge la etnógrafa salmantina Rosa Mª Lorenzo en el libro Semana Santa en Salamanca que publicó el Ayuntamiento de Salamanca en el año 2014, cuando señala:
“En mi memoria guardo el recuerdo entrañable del dibujo de la Cuaresmera que, hasta la década de los años 90 del siglo XX, realizaba María Manuela de Vargas Sánchez, (hija del arquitecto D. Joaquín de Vargas Aguirre). Ella fue una de mis mejores informantes para estudiar las costumbres salmantinas de la dehesa y de la ciudad y me honró con su cariño y amistad, que fue mucho, hasta su fallecimiento”.
Pensado para los más pequeños, los niños podrán recortar cada domingo una pierna a la anciana que aparece en este singular calendario, durante las siete semanas que dura.
La Cuaresma -período de cuarenta días, de ayuno y abstinencia de carne, que precede a la Pascua y que comienza el Miércoles de Ceniza- ya aparece documentada en la literatura francesa del siglo XIII y en Castilla en el siglo XIV por el Arcipreste de Hita en El Libro del Buen Amor. En el siglo XVII la representación popular de la Cuaresma, se generaliza en Centro Europa, en forma de calendario cuaresmal, que representa las siete semanas de Cuaresma.
En España ese calendario es conocido como La Cuaresmera del que existen múltiples representaciones. Se personifica en la figura de una anciana, realizada en madera o cartón, que muestra los alimentos propios del tiempo de Cuaresma, verduras y pescado. Tiene siete piernas que representan las siete semanas cuaresmales, símbolo de los días de ayuno del Señor en el desierto. Existen multitud de representaciones de ella.
La Cuaresmera se solía colgar en una ventana de la casa, el Miércoles de Ceniza y cada domingo de Cuaresma se le arrancaba una pierna. El Domingo de Pascua de Resurrección se serraba o quemaba con la última pierna que le quedaba y se celebraba ese día de júbilo con una suculenta comida en la que de nuevo hacía su presencia la carne en forma de cordero, embutidos u hornazo.
La Cuaresmera se exhibía además en los escaparates de los comercios y ultramarinos para anunciar la venta de bacalao en salazón, protagonista en el tiempo de vigilia cuaresmal, por ser el único que llegaba a Castilla -conservado en salazón- y que mostraba gran variedad en su preparación.
Existen múltiples referencias a La Cuaresmera en España, recogidas por varios autores, entre ellos Julio Caro Baroja que cita esta figura como popularísima en España y cuya quema la solían acompañar los mozalbetes con cánticos y ritos petitorios.
Y tan popular llegó a ser que hasta Pablo Picasso realizó un dibujo de ella, que tituló La Chumbera. Está fechado el 16 de febrero de 1963 y representa a Reme, apodada cariñosamente La Chumbera que era la niñera de la familia Dominguín-Bosé, fue subastado en el año 2008 alcanzando la cifra de 198.607 euros.
Este calendario de La Cuaresmera y la quema del mismo, lo señala en Salamanca, Enrique Esperabé en su libro Salamanca en la mano, en el año 1930.
Como movidos por un resorte, sin que nadie les diga nada ni les recuerde la fecha, los muchachos de Salamanca, el mismo día que media la Cuaresma, se lanzan a la calle y formando grupos, y provistos de garrotes y largos palos, entonan la popular canción:
A matar la vieja/ la tía pendeja
Fundamentalmente consistía en recorrer las casas de los vecinos entonando la coplilla y solicitando a cambio comida y golosinas para hacer una merienda. Generalmente, su solicitud era atendida, pero en caso contrario eran abucheados e incluso sus casas eran apedreadas y golpeadas. Solían acompañarse de un muñeco que representaba a la vieja que después era colgado, golpeado y quemado.
Costumbre que ha persistido en algunas familias salmantinas hasta la década de los años 90 del presente siglo, como recoge la etnógrafa salmantina Rosa Mª Lorenzo en el libro Semana Santa en Salamanca que publicó el Ayuntamiento de Salamanca en el año 2014, cuando señala:
“En mi memoria guardo el recuerdo entrañable del dibujo de la Cuaresmera que, hasta la década de los años 90 del siglo XX, realizaba María Manuela de Vargas Sánchez, (hija del arquitecto D. Joaquín de Vargas Aguirre). Ella fue una de mis mejores informantes para estudiar las costumbres salmantinas de la dehesa y de la ciudad y me honró con su cariño y amistad, que fue mucho, hasta su fallecimiento”.