Últimos días para visitar la exposición "La vida es esto. Narrativas de progreso, libertad y auto-realización en el capitalismo de hoy" en el DA2
El 31 de enero finaliza la exposición “La vida es esto. Narrativas de progreso, libertad y auto-realización en el capitalismo de hoy” en el centro de arte contemporáneo de Salamanca. Se trata de una propuesta que surge a partir de la lectura de la colección del MUSAC de León en torno a una serie de obras que reflexionan acerca de la sociedad actual en el capitalismo de hoy: desde la globalización, la desregulación y la liberalización de mercados, pasando por la democracia, la libertad y la seguridad, hasta el éxito y las expectativas personales.
La exposición reúne un total de 101 obras entre las que hay instalaciones, esculturas, vídeos, videoinstalaciones, pintura, dibujo y fotografía. Esta obras pertenecen a treinta y cinco artistas: Pilar Albarracín, Julieta Aranda, Shoja Azari, Gabriele Basilico, Carolina Caycedo, Gregory Crewdson, Philip-Lorca DiCorcia, Rineke Dijsktra, Pepe Espaliú, Chus García-Fraile, Ruth Gómez, Paul Graham, Isaac Julien, Dani Marti, Ryan McGinness, Josephine Meckseper, Ana Mendieta, Boris Mikhailov, Tracey Moffatt, Muntean/Rosenblum, Jun Nguyen-Hatsushiba, Marina Núñez, Tony Oursler, Diego del Pozo, Jorge Quijano, Gamaliel Rodríguez, MP & MP Rosado, Ixone Sádaba, Simeón Saiz Ruiz, Pepo Salazar, Allan Sekula, Yinka Shonibare, Santiago Sierra, Trine SØndergaard y Nicola Verlato.
La exposición está dividida en tres grandes bloques temáticos —progreso, libertad y auto-realización— que funcionan como vasos comunicantes. De hecho, algunas de las obras abordan las tres temáticas a la vez.
En la primera parte, con el rótulo genérico de progreso, se encuentra la escultura-instalación de Julieta Aranda titulada There has been a miscalculation (flattened ammunition), que nos recuerda los sueños rotos de las utopías del hombre; la serie fotográfica de Allan Sekula, Black Tide (Marea Negra), que habla de catástrofes ambientales; la video-instalación de Jun Nguyen-Hatsushiba sobre la contaminación del pueblecito japonés Minamata; las fotografías de Gabriele Basilico de la serie Beirut que documentan la devastación de la ciudad libanesa; la pintura de Simeón Saiz Ruiz, un alegato contra la guerra y contra la manipulación de los medios de masas; o la serie fotográfica Olivier Silva, de la neerlandesa Rineke Dijkstra que nos ofrece un retrato de la violencia del Estado aplicada al individuo a través de uno de sus dispositivos de enunciación: el ejército. Nicola Verlato nos permite cerrar este apartado con el carboncillo Study for Car Crash, que apela al accidente como metáfora del caos de la sociedad contemporánea.
La segunda parte de la muestra habla sobre la libertad. El conjunto de obras reunidas en este apartado hablan de la libertad que trajo el capitalismo, la modernidad y la globalización, sin dejar a un lado temas como el (neo)colonialismo, las migraciones, la desregulación de mercados y la deslocalización o la exclusión.
Aquí están incluidas, entre otras obras, la instalación fotográfica de Yinka Shonibare, Dorian Gray, que nos retrotrae al colonialismo británico y los estereotipos de representación del africano; en una línea similar está el vídeo Paradise Omeros de Isaac Julien; o las obras de Josephine Meckseper, Ryan McGinnes y Muntean & Rosenblum, que analizan el consumo, la pérdida de valores y la crisis de identidad entre los adolescentes.
En el tercer bloque expositivo, denominado auto-realización, se reúnen una serie de obras que exploran la ‘inadecuación del yo’ manifestándose a través de situaciones de angustia, alienación y represión, cuyos límites se desbordan en la mayoría de los casos. Aquí se incluye la instalación Espejito de Pilar Albarracín, que apela a la violencia que ejerce la sociedad sobre el individuo, y en particular sobre la mujer, a través de la belleza; hasta la confrontadora visión del cuerpo de una mujer madura delante de una ventana en Untitled (Mother Complex 2) de Gregory Crewdson, pasando por los inquietantes rostros de Jorge Quijano de la serie Interface identidad.
La exposición reúne un total de 101 obras entre las que hay instalaciones, esculturas, vídeos, videoinstalaciones, pintura, dibujo y fotografía. Esta obras pertenecen a treinta y cinco artistas: Pilar Albarracín, Julieta Aranda, Shoja Azari, Gabriele Basilico, Carolina Caycedo, Gregory Crewdson, Philip-Lorca DiCorcia, Rineke Dijsktra, Pepe Espaliú, Chus García-Fraile, Ruth Gómez, Paul Graham, Isaac Julien, Dani Marti, Ryan McGinness, Josephine Meckseper, Ana Mendieta, Boris Mikhailov, Tracey Moffatt, Muntean/Rosenblum, Jun Nguyen-Hatsushiba, Marina Núñez, Tony Oursler, Diego del Pozo, Jorge Quijano, Gamaliel Rodríguez, MP & MP Rosado, Ixone Sádaba, Simeón Saiz Ruiz, Pepo Salazar, Allan Sekula, Yinka Shonibare, Santiago Sierra, Trine SØndergaard y Nicola Verlato.
La exposición está dividida en tres grandes bloques temáticos —progreso, libertad y auto-realización— que funcionan como vasos comunicantes. De hecho, algunas de las obras abordan las tres temáticas a la vez.
En la primera parte, con el rótulo genérico de progreso, se encuentra la escultura-instalación de Julieta Aranda titulada There has been a miscalculation (flattened ammunition), que nos recuerda los sueños rotos de las utopías del hombre; la serie fotográfica de Allan Sekula, Black Tide (Marea Negra), que habla de catástrofes ambientales; la video-instalación de Jun Nguyen-Hatsushiba sobre la contaminación del pueblecito japonés Minamata; las fotografías de Gabriele Basilico de la serie Beirut que documentan la devastación de la ciudad libanesa; la pintura de Simeón Saiz Ruiz, un alegato contra la guerra y contra la manipulación de los medios de masas; o la serie fotográfica Olivier Silva, de la neerlandesa Rineke Dijkstra que nos ofrece un retrato de la violencia del Estado aplicada al individuo a través de uno de sus dispositivos de enunciación: el ejército. Nicola Verlato nos permite cerrar este apartado con el carboncillo Study for Car Crash, que apela al accidente como metáfora del caos de la sociedad contemporánea.
La segunda parte de la muestra habla sobre la libertad. El conjunto de obras reunidas en este apartado hablan de la libertad que trajo el capitalismo, la modernidad y la globalización, sin dejar a un lado temas como el (neo)colonialismo, las migraciones, la desregulación de mercados y la deslocalización o la exclusión.
Aquí están incluidas, entre otras obras, la instalación fotográfica de Yinka Shonibare, Dorian Gray, que nos retrotrae al colonialismo británico y los estereotipos de representación del africano; en una línea similar está el vídeo Paradise Omeros de Isaac Julien; o las obras de Josephine Meckseper, Ryan McGinnes y Muntean & Rosenblum, que analizan el consumo, la pérdida de valores y la crisis de identidad entre los adolescentes.
En el tercer bloque expositivo, denominado auto-realización, se reúnen una serie de obras que exploran la ‘inadecuación del yo’ manifestándose a través de situaciones de angustia, alienación y represión, cuyos límites se desbordan en la mayoría de los casos. Aquí se incluye la instalación Espejito de Pilar Albarracín, que apela a la violencia que ejerce la sociedad sobre el individuo, y en particular sobre la mujer, a través de la belleza; hasta la confrontadora visión del cuerpo de una mujer madura delante de una ventana en Untitled (Mother Complex 2) de Gregory Crewdson, pasando por los inquietantes rostros de Jorge Quijano de la serie Interface identidad.