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Salamanca ha rendido tributo al célebre boxeador Fabián Vicente del Valle, cuyo nombre luce desde hoy en el mural de los olímpicos salmantinos, donde figura la placa que ha sido descubierta por el alcalde, Carlos García Carbayo, y por los hijos del púgil, Manuel y Fernando, durante un acto que ha reunido a representantes del deporte y del Ejército del Aire.

Durante su intervención en dicho homenaje, el regidor ha repasado la dilatada trayectoria de este campeón, único abanderado salmantino en la historia de los Juegos Olímpicos, quien conjugó su vida militar con su pasión por el boxeo, logrando victorias nacionales e internacionales y llegando a ser coronado como Campeón Nacional de los Pesos Pesados.

Hijo de Guardia Civil, Fabián Vicente del Valle gozó de un gran reconocimiento tanto dentro como fuera del ring. Juan Antonio Samaranch llegó a decir de él que “pasarán cien años para que alguien tenga su currículum deportivo y profesional”.

En el campo militar, accedió a la Aviación, ejército al que dedicaría su vida, llegó a ser Coronel del Ejército del Aire y vocal del que fuera Estado Mayor de Defensa. Licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Salamanca, fue nombrado técnico de la sección Anti-Gas de Defensa Química de la ciudad, encargándose de organizar la compañía de bomberos de Salamanca.

Cuando colgó los guantes, no se desvinculó de su amor por el boxeo sino que fue nombrado seleccionador nacional y ahondó en el arte pugilístico escribiendo el libro “La técnica del boxeo”, obra pionera en España y de referencia en el mundo de este deporte.

Su ingenio le condujo a inventar un nuevo guante de boxeo que patentó en 1949. Con este modelo se evitaban las lesiones del dedo pulgar. Se convirtió en un éxito y hoy se sigue comercializando en todo el mundo.

En el campo militar fue admitido en la base aérea de la Virgen del Camino. Años más tarde, en la recién creada Academia General del Aire de San Javier organizó sus laboratorios de física y química. Donde también fue el profesor de Educación Física.

Sus logros y honores castrenses se materializaron en una larga lista de condecoraciones, entre las que destacan la Medalla de la Campaña con distintivo de Vanguardia, Cruz Roja al Mérito Militar, Cruz de Guerra, Cruz del Mérito de la Orden del Águila, Cruz de San Hermenegildo y Cruz del Mérito Aeronáutico.

Al igual que alcanzó la élite militar también se alzó en la élite deportiva siendo nombrado presidente de la Federación Española de Lucha y miembro del Comité Olímpico Español; desde donde trabajó duramente para que España acogiera en 1964 el Campeonato de Europa de Atletismo.

La Federación Española de Lucha y la Delegación Nacional de Deportes le encargaron en 1951 organizar y otorgar personalidad jurídica a los emergentes clubes de judo, impulsando la creación de una federación propia para este deporte.

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