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El centro de arte contemporáneo de Salamanca incorpora una nueva muestra con la que completa su oferta expositiva. Se trata de la exposición Mitologías cotidianas, que reúne 25 años de trayectoria de la artista madrileña Chus García-Fraile. Es la primera vez que un museo —en este caso el Domus Artium (DA2) de Salamanca— realiza una revisión tan amplia y tan ambiciosa de su obra.

Mitologías cotidianas incluye un total de 92 obras consistentes en 1 instalación, 3 esculturas, 8 dibujos a carboncillo, 4 vídeos, 10 fotografías y 66 pinturas. La muestra ha sido comisariada por Paco Barragán y podrá visitarse en el centro de arte de Salamanca hasta el 27 de agosto.
Esta exposición se suma a las muestras de Rosa Hernández Fraile, Andrea Canepa, Miguel Ángel Tornero y Eloy Domínguez Serén.

La artista: Chus García-Fraile


Chus García-Fraile es una artista que desde los inicios se ha sentido muy a gusto saltando del dibujo y la pintura a la fotografía y el vídeo; la escultura y la instalación o el dibujo a carboncillo.

Este enfoque interdisciplinario siempre ha estado en función de un discurso conceptual que se podría resumir en torno a los siguientes binomios: lo íntimo versus lo público, lo natural versus lo construido, lo mitológico versus lo cotidiano, esto es, la naturaleza versus la cultura.
A partir de la reflexión del paisaje García-Fraile se ha ido adentrando en ese tránsito del campo a la ciudad, del paisaje natural al paisaje urbano, y con ello hacia el análisis de la cultura popular y una reflexión y crítica de la ideología de las actuales condiciones sociales y culturales del ser humano a través de los objetos que produce, consume y le confieren personalidad e identidad.

Con exquisita ironía y un acabado muy cuidado, la artista de-construye ese halo que reviste la cultura de masas y que impone a la realidad artificial de relaciones sociales que vivimos un positivismo falso contenido en los códigos, símbolos y discursos de sus artefactos.

La muestra: mitologías cotidianas

La muestra que se presenta en el DA2 se divide en tres secciones: la arquitectura del paisaje; el teatro del cielo; y el campo de batalla.

En la primera sección, a través de una serie de composiciones de principios de los años 90 centradas en el paisaje, se inicia un recorrido a través de la obra de la artista. Los paisajes aquí presentes juegan con elementos orgánicos y arquitectónicos, son paisajes de orden íntimo e introspectivo que se apoyan en una resolución sensual del color. La arquitectura, el color, la materia y el paisaje se dan la mano en unas estructuras sobrias, asimétricas y cálidas, a ratos nostálgicas, pero siempre líricas.

Frente a estas composiciones que hablan de introspección, olvido y memoria se articula un diálogo con una obra posterior que retoma el paisaje pero desde una perspectiva mucho más agresiva, consumista y abiertamente ideológica: las escaleras mecánicas insertadas en el bosque. La contraposición permite referenciar cómo el paisaje es una constante a lo largo de la obra, pero también apuntar futuros caminos.

En la segunda sección, El teatro del cielo, continúa con esa búsqueda del paisaje pero desde premisas bien diferentes: el intimismo anterior ha dejado paso a una experiencia del paisaje exuberante, agresivo, barroco, extrovertida y fuertemente emocional.

El estado de ánimo de la artista es diferente y el planteamiento conceptual y formal también. Un viaje a Egipto constituye el punto de partida de esta nueva fase artística que se traduce en la serie Cielos: brumosos y amenazadores nubarrones y cielos con fuertes contrastes de dorados, negros y rojos, con pinceladas atrevidas, desgarradoras, dinámicas, inquietantes y teatrales, y cuya sensualidad sugiere un intenso viaje hacia la nostalgia.

La incorporación de materiales como el acetato, la seda, el plástico, el papel y el barniz acentúa esa sensación de lirismo impregnado de ascetismo y misticismo. Las referencias a pintores clásicos como Van der Weyden, Van Eyck, Turner, pero sobre todo Rubens, Rembrandt y Goya son más que evidentes.

En el corazón del DA2, la sección de la antigua cárcel, se encuentra la tercera sección de esta muestra: El campo de batalla: la ciudad y sus artefactos. Ahí se encuentran los icónicos objetos de consumo —zapatillas, latas, tapacubos, tuppers— y una nueva referencia al paisaje, en este caso al paisaje urbano.

Aquí Chus García-Fraile recurre a lo cotidiano, lo próximo, lo corriente, lo común, lo ordinario y banal que se materializa en esos objetos producidos en masa que consumimos a diario y que nos hacen sentir más libres. Estas mitologías cotidianas expresan las creencias y los mitos de nuestra sociedad capitalista. Latas, tapacubos, salvamanteles, envases, botes y zapatillas de deporte adoptan un aire insólito para acabar convirtiéndose, una vez descontextualizados, en representaciones extraordinarias al tiempo que perturbadoras. El cambio con la etapa anterior es radical.

En las fotografías y cajas de luz que conforman la serie Glassworks la artista de-construye de manera original logotipos y marcas a través de las vidrieras típicas de las catedrales o iglesias aludiendo al consumo como esa nueva religión.

Chus García-Fraile nos recuerda a través de una propuesta artística provocadora, irónica, sensual y onírica que la utopía de la sociedad de consumo solo era una falacia. Y que sus llamativos productos jamás transcenderán la categoría de vulgares y contradictorias mitologías cotidianas.

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