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El centro de arte contemporáneo de Salamanca incorpora una nueva muestra a su oferta expositiva, “Bonita demolición” del joven artista vallisoletano Eloy Arribas, que se podrá visitar en el DA2 hasta el próximo 22 de mayo.

Eloy Arribas es licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca. Su obra ha formado parte de varias exposiciones colectivas como “Cottage Kilns” en el espacio Pintaderas de Valladolid; o ‘’Arezzo si tigne di Spagna’’, en el municipio italiano de Arezzo; “Para Empezar” en Segovia; “Visto por 25” en Zamora; “Summernap” en la Galería Javier Silva, en Valladolid; “Generación Y”, en el Espacio Zink, en Salamanca; o “Instantes en el Paraíso” en La Atómica de Valladolid; entre otras.

Ha obtenido numerosos galardones, como el Primer premio en el XVIII Certamen de pintura del Colegio de Médicos; Mención de honor en la categoría de pintura en los premio San Marcos de la Universidad de Salamanca en 2014; Tercer premio en el XVIII Certamen Nacional Jóvenes Pintores Fundación Gaceta; Primer premio y selección (dos obras) en la categoría de pintura de los premios San Marcos en 2013; y el Premio en el I Concurso de creación AMEBA. Salamanca, 2012.

Bonita Demolición

La exposición con la que se presenta en el DA2 de Salamanca lleva por título “Bonita Demolición” e incluye un total de diecinueve pinturas, cinco esculturas y dos instalaciones específicas.

La “Bonita demolición” que nos propone refleja una idea destructiva y estética muy característica del punk. Si todo es mera apariencia y de ella depende la aceptación social, si el proyecto de vida en que nos han educado no es posible y si escenario de la existencia no es sino teatro; apuremos la belleza, explotemos el aspecto, decoremos la capa superficial para vivir en el presente.

Aquí no caben las tonalidades del gris: frente al fondo de oscuridad, resplandecen los colores y centellean las luces. Arribas decide romper la barrera de la represión y, bajo esa mirada joven, disfrutar del teatro de la vida que dura un instante continuamente repetido y en el que hay que hacer equilibrios por mantenerse.

Una cierta violencia visual y una permanente anarquía como garantía de libertad también impregnan su obra.

No hay pues en esta “Bonita Demolición” un ánimo de arrasar, ni de dejarse caer en un estado de melancolía pasiva. La realidad descrita hay que aceptarla con el vitalismo que anunciaba Nietzsche y en el marco actualizado de una ciudad sucia, de ladrillos y pintadas, de bicis, monopatines y ordenadores, escaparates de zapatillas y camisetas de marca; en el que bailar sin descanso, sabiéndose uno encadenado.

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