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El centro de arte contemporáneo de Salamanca, DA2, acoge desde hoy la exposición del fotógrafo estadounidense “Lee Friedlander”, que realiza un recorrido cronológico a través de su extensa obra. Esta exposición forma parte de las actividades programadas por el Ayuntamiento de Salamanca para celebrar el 20 Aniversario de la capitalidad cultural europea y se realiza en colaboración con Fundación MAPFRE.

La presentación de esta exposición ha contado con la presencia del alcalde de Salamanca, Carlos García Carbayo, y el comisario de la muestra, Carlos Gollonet.

Reconstruir la heterogénea obra de Lee Friedlander supone sumergirnos en un mundo cargado de elementos cotidianos y reconocibles pero que, tras una segunda reflexión, adquieren un significado distinto, más completo. Considerado uno de los artistas fundamentales del siglo XX y tras más de sesenta años fotografiando a diario, continúa renovando su lenguaje. En esa búsqueda de metáforas visuales de difícil comprensión, pese a su aparente cotidianidad, su mirada crítica, ha reflejado, aun con unos propósitos estrictamente formales, la enormidad y el caos de la sociedad americana.

En una ocasión, Lee Friedlander dijo: «Tiendo a fotografiar las cosas que se encuentran frente a mi cámara». Y esto es lo que ha hecho el artista durante más de seis décadas, creando una extensa y variada obra que refleja la mirada que tiene sobre su mundo, que es también el nuestro.

Considerado el fotógrafo del paisaje social norteamericano y por lo tanto incluido en la categoría de fotógrafo documentalista, Friedlander ha recorrido Norteamérica una y otra vez captando todo aquello que ve, más atento al propio medio fotográfico, a cómo hacer «una buena fotografía», que a los aspectos sociales que preocuparon a sus antecesores.

La exposición se podrá visitar desde el 17 de mayo al 25 de septiembre y ocupa las salas 6 y 7 de la primera planta del centro de arte.

La exposición

La exposición Lee Friedlander hace un recorrido cronológico completo por su extensísima obra. Un trabajo que casi siempre agrupa en series, conjuntos de fotografías que desarrolla a lo largo de varios años. En la exposición se subraya la importancia de estos proyectos, que, con frecuencia, se concretan en libros, otra de sus pasiones: The Little Screens, The American Monument o America by Car son sólo algunos de ellos. Pero también se muestran asociaciones temáticas o estilísticas que agrupan cerca de trescientas fotografías entre retratos, autorretratos, fotografías familiares, naturaleza, paisaje urbano, etc. Entre estas se incluyen diecisiete pertenecientes a las Colecciones Fundación MAPFRE, además de otros materiales - como vinilos de jazz y alrededor de cincuenta publicaciones-. Todo ello nos acerca a la compleja obra de uno de los más influyentes fotógrafos norteamericanos del siglo XX.

Durante los años sesenta, Friedlander produjo una importante cantidad de obra fotográfica bajo el influjo de Eugène Atget, Walker Evans y Robert Frank. Con una Leica de 35 mm tomó imágenes emblemáticas como Filadelfia (1961) o Nueva York (1963), con las que fue sentando las bases de lo que a partir de entonces caracterizaría su trabajo: la utilización de las sombras, los reflejos de los escaparates o la composición de escenas como si de collages se tratara son algunas de las constantes que configuran su marca de autor, la personal voz que habla en sus imágenes.

A lo largo de los años setenta y ochenta, el fotógrafo afianza su lenguaje y, aunque sigue interesado por las ciudades y los pueblos de Estados Unidos, pasa a ocuparse también de las formas de la naturaleza y el paisaje. Fotografías como Albuquerque, Nuevo México (1972) muestran su capacidad para hacer que una imagen sea sencilla y compleja a la vez: en su composición, los motivos se yuxtaponen como en un puzle cuyas piezas parecen encajar de forma natural y necesaria, sin artificio alguno. «No sobra nada. Nada falta»: imposible decirlo mejor que Nicholas Nixon en su texto para el catálogo de esta exposición.

A principios de los años noventa, Friedlander cambia su cámara de pequeño formato por una Hasselblad que le permite seguir trabajando en los temas que le interesan, pero con mayor amplitud de campo. Es en este momento cuando sus fotografías de paisajes parecen ensancharse y abarcan los motivos de tal forma que las composiciones ganan en entidad y cuerpo. Todo se llena de luz. A partir de una pauta cronológica, esta exposición recorre la ingente obra del artista, haciendo hincapié en determinados proyectos como The American Monument o The Little Screens, y planteando distintas asociaciones temáticas. Son unas trescientas fotografías —diecisiete pertenecientes a las Colecciones Fundación MAPFRE— que abarcan desde paisajes urbanos o naturales a retratos y autorretratos o imágenes familiares, y que incluyen por primera vez un grupo de fotografías tomadas en España durante los años sesenta. Una amplia selección que nos acerca a la extensa e intensa obra de uno de los más influyentes fotógrafos estadounidenses del siglo XX, aún hoy activo.

El artista: Lee Friedlander

Lee Friedlander nació en Aberdeen, en el estado de Washington el 14 de Julio de 1934 y comenzó a fotografiar durante sus años de instituto. Tras graduarse, viajó hasta California para estudiar en el Art Center School of Design de Los Ángeles. Desencantado con las clases, asistió en cambio a las del pintor y fotógrafo Alexander Kaminski, que se convertirá en amigo y mentor. En 1956, se establece en la ciudad de Nueva York, donde trabaja para distintas revistas como Esquire, Holiday o Sports Illustrated. Además, realiza por encargo, retratos de algunos de los músicos de jazz más importantes de la escena norteamericana para portadas de discos de vinilo.

Paralelamente, desarrolla su obra de forma independiente, en un momento en el que la fotografía todavía no había adquirido su estatus definitivo como expresión artística.

En 1962, con tan solo veintiocho años, Friedlander había alcanzado la madurez como fotógrafo; tal y como mostró en su primera exposición colectiva en el MoMA de Nueva York, celebrada entre mayo y agosto de 1964, The Photographer´s Eye. Poco antes le habían pedido que hiciera una declaración sobre su obra y él señaló que el objeto de su trabajo era “el paisaje social americano”.

A pesar de esta definición, no hay que olvidar que los nuevos documentalistas están sobre todo interesados en conocer más sobre sí mismos y sobre los hechos visuales de su entorno que en los problemas sociales que preocupaban a sus antecesores.

En 1966 participó en la George Eastman House de Rochester en Toward a Social Landscape, junto a Bruce Davison y Garry Winogrand y al año siguiente, en la modesta, pero emblemática muestra New Documents, organizada por John Szarkowski, también en el MoMA de Nueva York.

En ella, Lee Friedlander estaba acompañado por Garry Winogrand y Diane Arbus. La exposición los reunió por sus innovaciones formales y conceptuales y por sus diferencias con los fotógrafos documentalistas anteriores.

En su obra, Friedlander contrarresta los ideales de la práctica moderna mirando hacia la cultura popular en busca de inspiración, de forma parecida a como lo hacía el arte pop, rompiendo así los medios de representación tradicionales. Para ello incorpora un repertorio banal, crea argumentos visuales confusos y sacude al espectador con un sentido de la ironía derivado de yuxtaposiciones de objetos e ideas aparentemente inconexas que contrasta con la seriedad de los antiguos profesionales.

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